Los (nuevos) esclavos del siglo XXI

El último esclavo de la España peninsular dejó de serlo en 1837; desde entonces no ha existido la esclavitud, al menos de forma legal, en nuestro país. Durante los muchos siglos en los que la esclavitud fue legal y aceptada socialmente, esta era reconocida por todos: existía la esclavitud de manera explícita. De hecho, por gran parte de la sociedad, tanto esclavos como amos, era vista simplemente como algo que había sido así siempre y que ni siquiera tenía sentido cuestionar. No es hasta finales del siglo XVIII que surge un movimiento de rechazo de la esclavitud y de lucha contra su existencia. Gracias a este movimiento la esclavitud desaparecería paulatinamente de la mayoría de los países de la Tierra.

Y henos aquí, en el año 2015, viviendo la restauración de la esclavitud. Cómo han cambiado las cosas, ¿verdad?, antes se hacía todo de manera mucho más burda y ruda. Fíjate que hasta tenían el poco decoro de reconocer abiertamente que había esclavos y amos. Hoy, sin duda, somos claramente más elegantes. Los amos de nuestra era se devanan los sesos para instaurar un sistema en el que tú y yo seamos esclavos sin darnos cuenta, de una forma cool y moderna.

Y además lo hacen sin gran disimulo, no te creas, se inventan una crisis, justo ahora, en el instante de toda la historia de la humanidad en el que, gracias a las tecnologías con las que contamos, somos más productivos. Nunca, insisto, nunca fuimos capaces de generar tanta riqueza como hoy. Y sin embargo se las han ingeniado, no sé cómo, para hacernos creer que estamos atravesando una profunda crisis económica. Realmente, lo reconozco, merecen un enfervorecido aplauso de todos nosotros. Han conseguido engañar a todo un planeta. ¡Bravo! ¡Guapos!

Teniendo en cuenta todo esto tienen muy fácil que deseemos ser esclavos. No dejan de mandarnos mensajes cada día. Lo hacen tan bien que ya hasta nosotros mismos repetimos sus mantras una y otra vez. ¿Cuántas veces has escuchado eso de “a ver, trabajo 12 horas diarias y fines de semana y cobro 600€, pero no me puedo quejar, que al menos estoy trabajando”? Y es cuando escucho frases de este tipo que me digo: qué maravilla, qué jodidamente bien lo hacen, no solo han conseguido disfrazar a la esclavitud de trabajo, sino que han conseguido que nosotros —tu hermana, tu padre, tu novio y tú— hagamos cola ante las multinacionales para mendigar un puesto de trabajo ser elegidos flamantes neoesclavos del siglo XXI.

vámonos parriba