¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? ¿Por qué no me puedo mover? ¿La que está llorando es Marina? ¡Joder, no puedo ni abrir los ojos! ¿Qué me pasa? ¡Joder, joder, joder!
Un momento, tranquilo, Nacho, tranquilo. Recuerda, recuerda, recuerda, por favor, ¿cómo has llegado hasta aquí? A ver, a ver, este finde era la romería, ¿no? ¡Sí, sí!, estaba de perol, es verdad. ¡Bien, sí, ya recuerdo! ¿A dónde fui después? No lo sé. No lo sé. El niño también estaba con nosotros, sí, de eso estoy seguro, pero no sé lo que viene después. ¡¿Cómo no te acuerdas, Nacho, joder?!
─ ¿Por qué, Nacho, por qué? ─se queja Marina─. ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Por qué qué, por qué qué?, ¡dime! ¿Qué ha pasado? ¿Estoy soñando? Sí, por favor, que sea un sueño, por favor, ¡que sea un sueño!
¿Qué te pasa, Marina? ¿Qué me pasa a mí? ¿Por qué no puedo hablar?
─ Papá, ¿me oyes? ¿Me oyes, papá? Mueve aunque sea un dedo, la boca, algo, lo que sea.
Sí, ¡claro que te oigo! Dime, dime; estoy moviendo la mano, ¿no? Dime, Iván, por favor.
─ Aguanta, papá, la ambulancia está al llegar, tranquilo. Aguanta, estamos aquí contigo. Nosotros estamos bien, tranquilo.
¿Que estáis bien? ¿La ambulancia? No puede ser, ¿un accidente? ¿He sido yo? ¿Ha sido culpa mía? ¿Qué he hecho?
─ Ya están aquí, papá, tranquilo.
Sí, ya oigo la sirena. ¿Qué te pasa, Marina, por qué sigues llorando? Si dice Iván que estáis bien, ¿tan mal estoy yo? No te preocupes por mí, Marina, no siento dolor; bueno, en realidad, no siento nada. Háblame, Marina, dime algo, por favor. Quiero escuchar tu voz, Marina, quiero saber que estás ahí. Necesito saberlo. Ya sé que muchas veces no te he escuchado, ya lo sé. Sé que lo hago mal cuando me llevo el trabajo a casa y no estoy con vosotros. Sí, sé que se me olvidó nuestro último aniversario, lo siento, estaba hasta arriba de trabajo. ¿Qué he hecho con mi vida en los últimos años? Yo no era así, Marina, tú lo sabes; claro que lo sabes. Maldita la hora en la que me nombraron jefe de personal. ¿De qué me ha servido? Ayer nos enfadamos, ¿verdad? ¿Por qué fue? No lo recuerdo. ¿Por qué discutimos tanto, Marina?, dímelo. Ahora que no puedo hablar contigo y tú lloras no consigo entender por qué nos enfadamos tanto. Yo te quiero, Marina, muchísimo, te amo, ¿lo sabes? Bueno, a lo mejor no te lo digo nunca, igual te lo demuestro poco; pero te quiero de verdad. Joder que si te quiero, Marina. Me encanta cuando te haces la dormida pero escuchas todo lo que digo y respondes con un mmm. Me enamora tu capacidad para estar contenta incluso cuando algo no va bien. Nunca te lo dije, Marina, pero me gusta escuchar tu respiración cuando te duermes mientras vemos una película que solo me gusta a mí, me parece mágica y embriagadora esa forma tan tuya de expulsar el aire de los pulmones. ¡Qué tontería!, ¿verdad? Marina, ¿estás ahí? Quiero escucharte respirar una vez más. No siempre llegaba tarde a casa por trabajo (¿por qué hablo en pasado?), a veces encontraba cualquier excusa para llegar tarde; me agobiaba el niño, tu madre, tú… ¡Menudo gilipollas! Perdóname, Marina, ¿en qué estaba pensando? Joder, Marina, qué mierda. Necesito que lo sepas, necesito que lo sepas, que sepas cuánto te quiero.
¿Qué son esos chasquidos? Marina, ¿estás ahí?
─ ¡No responde! ¡No responde!
¿Quién no responde? ¿Soy yo? ¡Joder! ¡Joder! Lo siento, Iván, siento no haber pasado tiempo contigo. Siempre he tenido otras cosas que hacer antes que estar contigo. Lo hacía porque te quiero pero ahora me doy cuenta de mi error. ¿Recuerdas la vez que cantaste en el cole en Navidad? Te mentí, no fui a verte; no estaba al final de la sala y me tuve que ir antes de acabar, no. Simplemente no fui. Tenía una reunión. No recuerdo qué hablamos en la reunión, seguramente mierdas sin sentido que no llevaban a ningún lugar. Lo siento, Iván. Sé que no te gustó mi regalo de tu último cumpleaños, me lo dijo mamá. No te conozco, Iván, no sé lo que te gusta. Te compré lo más caro que había en la tienda, pero tú no entiendes de dinero, y ojalá nunca lo hagas. Iván, ¿me oyes? Por favor, dime algo. No soporto este silencio. ¿Por qué no oigo nada? ¿Y los médicos? ¿Y la ambulancia? Iván, el día que naciste fue sin duda el más feliz de mi vida, nunca olvidaré la sensación que sentí al verte. De repente toda mi vida cobraba otro sentido. De repente sentí que mi universo giraba en torno a ti. Pero me equivoqué, Iván, me equivoqué. Han pasado once años y no he sabido crecer junto a ti. He vivido en mi mundo, muy lejos de ti y de mamá. No hay un botón para volver atrás, Iván. Cada uno de tus logros me han hecho sentir el hombre más importante de la Tierra, Iván. Tú no lo sabes, porque tampoco te lo dije nunca, estaba siempre demasiado ocupado con mis tonterías. Recuerdo cuando eras pequeño y solo querías que te diera el bibi yo por las noches. Nunca más volví a sentirme tan cercano a ti. ¿Por qué, Iván? Desde luego no fue por ti. Perdón, Iván, perdón. Quiero escuchar tu risa una última vez, Iván, ¿dónde estás? ¿Dónde está mamá?
No me voy a recuperar, ¿verdad? ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¡¿Por qué yo, joder?!
─ ¡Se nos va! ¡Se nos va!
Te quiero, Iván.
Te quiero, Marina.
Te quiero, mamá.