Tú te vas a morir, sí, tú

El universo (y con él, el tiempo) comenzó su andadura hace poco menos de catorce mil millones de años; parece que fue ayer, ¿verdad? Y sin embargo, aunque ya sé que tengo un taco de mala memoria, créeme, mi recuerdo más lejano se remonta a no hace más de treinta años. Ya ves, así soy yo: aventurero y olvidadizo. Con la de cosas que han pasado antes de que yo naciera y no me acuerdo de nada. Lo que pasa es que, claro, desde mi punto de vista el universo nació conmigo; antes de mí no había nada, todo el mundo se creó para mi regocijo y por eso mi percepción es que la vida es infinita. ¿Por qué no iba a serlo si siempre estuvo ahí desde el principio de mis tiempos?

Precisamente por eso, porque mi vida no se va a acabar nunca, tengo tiempo de sobra para perderlo en cosas como:

  • Enfadarme porque han hecho una pintada en la fachada de mi casa y discutir a voces con el vecino porque sospecho que ha sido él.
  • Pelearme con mi hermana por una tontería y no hablarle durante dos años. Que me pida perdón ella, no me voy a rebajar yo.
  • Discutir una y otra vez sobre las mismas cosas para no llegar a ninguna conclusión.
  • Rayarme durante toda una tarde por un comentario de una desconocida que me ha molestado cuando estaba comprando el pan. ¿Qué tendrá ella que ver con si compro el pan integral o no?
  • Gastar el domingo criticando a Marina y Pepelu, que me caen fatal.
  • Esperar de lunes a viernes a que llegue el fin de semana para pasarlo bien.

Sí, ya ves, entre tontería y tontería voy echando los días. Total, el saco de la vida no tiene fin, ¿no?

Pues no, no es así, lo siento. Tu vida tuvo un principio, llegaste cuando ya habían pasado muchísimas cosas en este mundo, y tendrá un final antes o después. ¿Y sabes lo que pasará cuando se acabe?

Nada. Al menos para ti.

Toma, te voy a regalar un poquito de nada para que te hagas una idea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Te gusta? Pues fíjate que aquí has visto una pantalla blanca. La nada está mucho más vacía de contenidos y experiencias.

Y sin embargo pasarán muchas cosas que tú no sabrás nunca: tu tataratataratataranieta vivirá en el hemisferio sur de Marte (es más fresquito, dice) y viajará a Encélado casi todas las tardes a ver a tu bistataratataranieta, su madre; los androides, conscientes de su existencia, reclamarán sus derechos laborales como en otra época hicieron los humanos; y dejará de respirar la última cucaracha de la Tierra, extinguiéndose así el único animal natural que quedaba.

Sí, pasarán muchas cosas pero tú no serás consciente de ninguna, y lo que es peor: nadie te recordará. Nadie sabrá siquiera que un día exististe. Serás acaso un nombre apenas legible en una lápida cubierta de barro que ya a nadie le infunde la más ligera tristeza.

Un día tu esencia se desvanecerá, partirá como un globo que surca los vientos y nunca más volverá a ser. Ese día puede ser mañana o dentro de ochenta años, pero será; y entonces tú ya no serás.

A mí me gusta saberlo, me ayuda a darle importancia a las cosas que la tienen y a quitársela por completo a las que no. Pensé que a ti también te gustaría saberlo ;).

Vive, agradece y siente el placer de sentir.

vámonos parriba